UNA PASIÓN SIN LÍMITES
"El deber de toda persona es alcanzar continuamente la perfección".
Genio, artista, llamado 'El Divino' por sus contemporáneos, es el símbolo del renacimiento y una inspiración para la humanidad.
Un espíritu apasionado que utilizó todos los medios para expresarse: el mármol, la pintura, la arquitectura y la poesía.
Según el propio Miguel Ángel, su gran inclinación artística le venía ya de la nodriza que había tenido, que era mujer de un picapedrero. De ella comentaba: "Juntamente con la leche de mi nodriza mamé también las escarpas y los martillos con los cuales después he esculpido mis figuras".
A los trece años entró al taller del maestro Ghirlandaio con quien permaneció como aprendiz en el arte de la pintura durante un año, pasado el cual, bajo la tutela de Bertoldo di Giovanni, empezó a frecuentar el jardín de San Marcos de los Médici, donde estudió las esculturas antiguas que había allí reunidas.
Cuenta Goirgio Vasari, su primer biógrafo, que en una ocasión, Miguel Ángel tomó un pedazo de mármol y se puso a copiar la cabeza de un viejo fauno, escultura antigua ya muy estropeada que tenía la nariz rota y sonreía. Miguel Ángel, que jamás había tocado un pedazo de mármol ni un cincel, la imitó de un modo tan perfecto, que suscitó el asombro de Lorenzo el Magnífico que luego de observar que Miguel Ángel no se había limitado a copiar tal cual esa escultura antigua, sino que le había esculpido la boca entreabierta por la cual asomaban la lengua y los dientes, con su habitual y suave ironía le dijo: "Deberías saber que los viejos nunca tienen todos los dientes, siempre les faltan algunos”. Entonces Miguel Ángel le rompió un diente y cinceló la encía, para que pareciera que se le había caído. Esperó ansiosamente el regreso del Magnífico, que, al volver y ver la sencillez de Miguel Ángel, mandó llamar a Ludovico, el padre de Miguel Ángel, para pedírselo, diciendo que lo quería tener como uno de sus hijos.
En su juventud mostró su profunda admiración por la anatomía, que lo llevó a investigar por sí mismo acudiendo casi todas las noches al depósito municipal de cadáveres para practicar disecciones que le permitirán conocer mejor la estructura interna del ser humano y dibujaba tomando modelos de la figura humana.
En 1508 el papa le encargó la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina, tarea que aceptó a regañadientes porque no confiaba demasiado en su talento pictórico. Pero en verdad la enorme bóveda es una de las mayores empresas artísticas de todos los tiempos, 900 metros de superficie que lo agotaron mental y físicamente.
Durante su última estancia en Florencia (1520-1534) esculpió las grandes figuras de la capilla funeraria de los Médici en la iglesia de San Lorenzo: El crepúsculo y La aurora, El día y La noche, dominadas por las estatuas de Julián (La Acción) y de Lorenzo de Medici (La Contemplación).
Se estableció en Roma en 1534, volviendo a la Capilla Sixtina, donde trabajó en los frescos del Juicio final. Proyectó la cúpula de San Pedro, e hizo los planos de la plaza del Capitolio de Roma. Los proyectos de Miguel Ángel para San Pedro manifiestan una ruptura respecto a todos sus predecesores, con la creación de la planta que en el exterior tendría colosales pilastras corintias y la Cúpula sería el punto sobresaliente, ésta cautivó a Miguel Ángel desde 1557 hasta su muerte y contra sus deseos, no llegaría a contemplarla definitivamente acabada.
En su vejez, cansado de los hombres y desencantado del mundo, la lozanía y fortaleza de sus composiciones derivó hacia un misticismo desgarrado, que sin embargo para muchos dió como resultado algunas de sus mejores obras.
Referencias:
Giorgio Vasari "Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos"