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martes, 5 de marzo de 2013

Artículo: María Eugenia Guerra Meza

GYORGY KEPES, 

ELEMENTOS PARA UNA GRAMÁTICA VISUAL

Artículo publicado por MARÍA EUGENIA GUERRA MEZA en FORO ALFA






María Eugenia Guerra Meza. Diseñadora gráfica, profesional especialista en Semiótica, con 32 años de trayectoria. Docente e investigadora en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.





En su obra magistral, 
«El lenguaje de la visión», 
el artista, diseñador e investigador Gregory Kepes, especialista en imagen y percepción, expone sus experiencias en estos campos.






Para Gyorgy Kepes la imagen plástica es un organismo vivo, una totalidad determinada por la conducta de cada una de sus partes, un sistema que sólo alcanza su unidad dinámica a través del equilibrio, el ritmo y la armonía. Considera que la percepción de una imagen es por sí misma un acto creador, pues su experimentación es resultado de la interacción entre las fuerzas externas e internas del individuo, y al sistema nervioso le corresponde organizar los impactos procedentes del exterior.
«La imagen plástica como experiencia dinámica se inicia con la energía lumínica que fluye a través del ojo del espectador y pasa a su sistema nervioso». (Kepes, 1969, Pág. 28)
La energía lumínica de los pigmentos se articula sobre una superficie gráfica, su naturaleza determina la base de las sensaciones de luz y color: el brillo, el matiz y la saturación; su delimitación formal establece la base física para la percepción de superficies y sus formas. Un punto, una línea, una superficie, son fuerzas de atracción visual que existen y actúan sobre el campo óptico, el cual se percibe inseparable de las diferentes unidades visuales presentes, en conjunto, no como unidades aisladas. Todos estos elementos que actúan como fuerzas ópticas de atracción conforman el lenguaje de la visión.
Un valor de brillo o un color pueden intensificarse o disminuirse, dependiendo del resto de las superficies de la composición. Lo mismo es cierto en cuanto a la textura, los tamaños y las formas. Por ejemplo, una forma ligeramente irregular se percibe marcadamente irregular cuando se encuentra entre figuras perfectamente regulares.
Debido a esto, no se puede hablar de cualidades absolutas de color, brillo o saturación, ni de medidas absolutas de tamaño, extensión o forma, pues cada elemento extrae las características de su interrelación dinámica con los demás elementos de la composición. Los márgenes de matiz, valor y saturación y la escala de medida geométrica son mucho más limitados dentro de la superficie gráfica que del mundo visible, por lo que sólo mediante el trabajo creativo, manipulando y aprovechando estas relatividades es que puede crearse una imagen que corresponda a la «vitalidad del mundo visible». (Kepes, 1969, Pág. 29)
Cuando alguien observa un paisaje, personas u objetos en la calle, hace una interpretación espacial de lo que ve: su ubicación, extensión, posición, dirección e intervalos, a partir de establecer una relación consigo mismo; en cambio, el campo visual de una imagen gráfica se limita a las dos dimensiones del plano. En este caso se evalúa cada unidad óptica (dirección, posición, intervalos) de acuerdo a los márgenes; así, los elementos parecen avanzar o retroceder, se mueven a la derecha, izquierda, abajo o arriba, según la posición que ocupan en el plano gráfico.
Al percibir una imagen, inconscientemente se organizan las diferentes sensaciones atribuyéndoles un significado, determinado por las relaciones de los signos entre sí y con respecto a la superficie gráfica.
Kepes expone lo que es importante conocer antes de empezar a utilizar el lenguaje de la comunicación visual: «aprender la mayor variedad posible de sensaciones espaciales inherentes en las relaciones de las fuerzas que actúan en la superficie gráfica», (Kepes, 1969, Pág. 35) ya que así como a partir del limitado número de letras del alfabeto se pueden formar innumerables palabras que expresan significados, también los elementos gráficos y sus cualidades ópticas pueden ser combinados de diversas formas y cada variación posible genera una sensación de espacio diferente y transmite un significado distinto.
La superficie gráfica contiene su propia energía; asimismo el color, el valor, la textura, el punto y la línea irradian diferentes cantidades de energía. Por eso, las líneas rectas o curvas, en relación horizontal, vertical o diagonal con respecto al margen, obligan al ojo a explorar la superficie de una forma determinada de antemano por su creador.
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